Trigésima Conferencia de las Partes (COP30) en Belém, Brasil. La cumbre, calificada por su anfitrión como la «COP de la Verdad», concluyó en noviembre de 2025 con una profunda paradoja: un éxito sin precedentes en la construcción de la infraestructura técnica y financiera para una nueva economía verde, en contraste con un fracaso político rotundo para abordar la causa raíz de la crisis: la transición fuera de los combustibles fósiles.
Aunque se reafirmó la vigencia del Acuerdo de París, la ausencia de un compromiso claro sobre los fósiles nos muestra la debilidad del consenso global. Para quienes impulsamos la transformación de los modelos de producción y consumo, Belém nos entregó herramientas poderosas. Pero sin una descarbonización rápida y total, estas innovaciones corren el riesgo de ser meros parches en un barco que sigue navegando hacia el desastre climático.
A continuación, veremos un análisis crítico de los resultados de la COP30, examinando los avances y retrocesos más relevantes, con especial énfasis en la infraestructura que la cumbre dejó para la acción en la economía real.
El eje de la mitigación: veto político y la migración de la ambición
La batalla por la mitigación definió el tono agridulce de Belém. Más de 80 países, incluyendo negociadores de Sudamérica y la Unión Europea, exigieron que la decisión final incluyera un llamado a una «hoja de ruta formal» para la eliminación progresiva de los combustibles fósiles. Sin embargo, el texto final del «Paquete Belém» omitió cualquier referencia explícita a la transición de los fósiles, limitándose a reiterar el lenguaje ambiguo del «Consenso de los Emiratos Árabes Unidos» de la COP28.
El contraste crítico: Este retroceso en la ambición fue el resultado directo de la «negativa rotunda de los países árabes a hablar del tema», neutralizando la voluntad de la mayoría. El resultado es que la COP30 no envió la señal contundente que la ciencia exige. Científicos como Carlos Nobre habían advertido que el uso de combustibles fósiles debe llegar a cero a más tardar entre 2040 y 2045 para evitar aumentos catastróficos de temperatura. A pesar de que 122 países actualizaron sus Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC) con metas para 2035, si estas se cumplen, las emisiones globales solo bajarían un 12% con respecto a 2019, lejos del 55% necesario para mantener la meta de 1.5°C del Acuerdo de París.
La respuesta mini-lateralista: Ante este bloqueo, la presidencia de Brasil anunció planes para crear dos hojas de ruta paralelas, una para la transición energética justa y otra para detener la deforestación, movilizando a una «coalición de los dispuestos» de más de 80 países. Esta iniciativa, que operará fuera del marco de consenso de la CMNUCC, demuestra que, cuando el multilateralismo se paraliza, la acción significativa migra hacia alianzas voluntarias. El primer paso crucial será la conferencia internacional sobre combustibles fósiles que se realizará en Colombia en abril de 2026.
Avances Estructurales: Financiamiento, Adaptación y Justicia
Si Belém no fue la COP de la Mitigación, fue decididamente la COP de la Implementación y la Justicia.
A. Impulso financiero y adaptación
La cumbre estableció ambiciosos objetivos financieros. Se confirmó la meta de movilizar 1.3 billones de dólares anuales para 2035 para la acción climática, con un subobjetivo de 300 mil millones de dólares anuales en fondos públicos para países en desarrollo.
Un logro fundamental fue el compromiso de triplicar la financiación internacional para la adaptación para 2035. Además, se confirmó la operatividad y los ciclos de reposición del Fondo para Pérdidas y Daños, acordado en la COP28. Para monitorear el progreso, se adoptaron 59 indicadores voluntarios («Indicadores de Adaptación de Belém») que buscan hacer más medible la resiliencia en sectores críticos como agua, salud y ecosistemas.
B. Justicia climática e inclusión
El enfoque en la justicia social fue un punto álgido y positivo:
- Mecanismo de transición justa global: Se aprobó el Mecanismo de Belém, un instrumento que busca asegurar que la transición hacia una economía verde sea justa e inclusiva, protegiendo los derechos de los trabajadores y las comunidades dependientes de sectores intensivos en carbono.
- Bioeconomía y bosques: En el corazón de la Amazonía, se lanzó el Fondo Bosques Tropicales para Siempre (TFFF), un mecanismo innovador que movilizó más de 5.5 mil millones de dólares en capital inicial para el pago por resultados de conservación forestal. Notablemente, al menos el 20% de los recursos del fondo se destinarán directamente a Pueblos Indígenas y comunidades locales.
La revolución silenciosa: la Economía Circular en la arquitectura de la implementación
Desde la perspectiva de la eficiencia de recursos y la descarbonización industrial, la COP30 entregó herramientas tecnocráticas esenciales, aunque poco cubiertas por los grandes medios.
A. Articulando los mercados de carbono y la gestión de residuos
La cumbre marcó la finalización de las guías operativas para el Artículo 6 del Acuerdo de París (mecanismos de cooperación y mercados de carbono). Un avance crucial con profundas implicaciones para la economía circular y la reducción de metano fue la aprobación de la primera metodología bajo el Artículo 6.4 (PACM): la metodología A6.4-AMM-001 para la captura y quema o uso de gas de vertedero.
Implicación Circular: Esta metodología introduce el concepto de «ajuste a la baja» en la acreditación de créditos, penalizando a los proyectos que solo queman el metano y premiando financieramente a aquellos que lo usan para generar energía. Este incentivo directo a la valorización energética alinea el mercado de carbono con la jerarquía de residuos, ofreciendo una vía de financiación para que los municipios del Sur Global inviertan en infraestructuras de gestión de residuos y reduzcan el metano, un potente gas de efecto invernadero.
B. Estandarización y Descarbonización Industrial
La necesidad de estandarizar la acción climática más allá de las emisiones fue abordada con el lanzamiento del Protocolo Global de Circularidad para Empresas (GCP). Este marco, desarrollado por el WBCSD y la red One Planet, establece el primer sistema armonizado para que las empresas midan y comuniquen su desempeño circular a lo largo de la cadena de valor.
Un pilar de descarbonización: El análisis de impacto del GCP estima que su adopción podría generar ahorros de material de 120 mil millones de toneladas y evitar hasta 76 gigatoneladas de emisiones de CO2 para 2050. Esto legitima la economía circular no solo como gestión de residuos, sino como un pilar central de la estrategia de mitigación, especialmente relevante para la descarbonización de sectores de difícil abatimiento como el acero y el cemento, donde la circularidad (mayor uso de chatarra, subproductos) es clave.
Además, el programa No Organic Waste (NOW) se lanzó con una meta de reducir el 30% de las emisiones de metano de residuos orgánicos para 2030, una iniciativa que, además de mitigar el metano, busca formalizar a 1 millón de trabajadores de residuos y recuperar alimentos.
El balance crítico: riesgos de implementación y promesas fantasma
A pesar de los avances en la arquitectura de la implementación, la COP30 fue criticada por ser un «acuerdo de mínimos» y por dejar grandes brechas:
- Riesgo de financiamiento fantasma: el compromiso de triplicar la financiación para adaptación para 2035 fue recibido con escepticismo. Los críticos señalan que la fecha es muy lejana y que el compromiso se enfoca en aumentar el porcentaje destinado a adaptación de los fondos ya aprobados en Bakú, no necesariamente en triplicar la aportación pública total. Esto perpetúa la desconfianza del Sur Global, ya que la financiación es el «punto crítico que ha frenado las negociaciones».
- Fragmentación regulatoria: la lentitud en la definición completa de las reglas del Artículo 6 y las controversias sobre la permanencia de los créditos basados en la naturaleza (como la reforestación) plantean el riesgo de fragmentación de los mercados de carbono. Sin una señal regulatoria única de la CMNUCC, se obliga a los inversores a depender de mercados voluntarios o bilaterales, lo que amenaza la propuesta de Brasil de integración global y la integridad ambiental de los créditos.
- Brecha de ambición existencial: la omisión de un plan vinculante sobre fósiles significa que la acción climática más urgente ha sido relegada a coaliciones voluntarias. Como señaló el científico James Dyke, la falta de eliminación gradual y la insuficiencia de financiación prometida demuestra un «interés personal de corto alcance y politiquería cínica».
Recomendaciones estratégicas: integrando la Economía Circular y la transición justa
Se me ocurren algunos puntos para avanzar con más determinación y claridad, después de una COP algo descafeinada (algo habitual, por desgracia)
- Integrar la circularidad en las NDC: los países deben cuantificar la mitigación lograda a través de la eficiencia de materiales, la reducción de residuos y el ecodiseño, no solo a través de la eficiencia energética. Esto asegura que la mitigación aborde los patrones de producción y consumo insostenibles.
- Transformar el financiamiento fantasma en capital operacional: la prioridad inmediata es transformar la promesa de triplicar la financiación para Adaptación en mecanismos tangibles y transparentes. Asegurar que una parte significativa se destine a donaciones, no préstamos. Se debe utilizar el Mecanismo de Transición Justa Global para canalizar ingresos provenientes de mecanismos de precio al carbono (como el Artículo 6) o la reforma de subsidios a fósiles (PAS de COFFIS) hacia la reconversión laboral y la protección social de las comunidades afectadas.
- Empoderar la implementación a nivel subnacional (Acelerador de Soluciones): la acción climática real sucede en las ciudades y en los sectores industriales. Se deben dirigir recursos y asistencia técnica a los países rezagados para que puedan desarrollar marcos institucionales sólidos.
- Acelerar la hoja de ruta paralela: dado que el consenso de la CMNUCC está bloqueado, las instituciones y el sector privado deben apoyar y dotar de recursos a las alianzas de alta ambición (como la coalición liderada por Brasil/Colombia) para que sus hojas de ruta de descarbonización se conviertan en estándares comerciales de facto, forzando la alineación de los países rezagados a través de la economía.
Conclusión
La “Misión Belém” hacia 1.5°C ha establecido la infraestructura necesaria para la próxima fase de implementación. Sin embargo, su éxito dependerá de la voluntad de los actores de la economía real –inversores, empresas y gobiernos subnacionales– para utilizar estas herramientas circulares y financieras para forzar una transición que la diplomacia, por sí sola, se ha negado a asegurar. La historia y la ciencia están esperando que la acción finalmente supere la politiquería.
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